LA NACION – Predecir una recesión global por lo general significa despegarse de la multitud. Hoy son los que dicen que la economía mundial evitará una caída quienes se destacan. La Reserva Federal de Estados Unidos encabeza una amplia carga para ajustar la política monetaria, y bajó las tasas de interés 2,25% desde marzo. Se prevé que dispondrá un ajuste de otro punto para diciembre. Europa tiene escasez de gas natural debido a la caída de la provisión desde Rusia. El crecimiento de China se desaceleró fuertemente, como resultado de cuarentenas derivadas de su política de cero Covid, y de que crecen las preocupaciones por el frágil mercado inmobiliario.
Muchos inversores se preguntan si la recesión ya ha llegado. Es una pregunta difícil de responder. La inflación ha causado un derrumbe de la confianza de los consumidores, pero cuando se le pregunta sobre sus finanzas personales en vez de la economía en general, la gente se muestra más alegre. Las cifras desilusionantes del PBI de Estados Unidos no se compadecen con otras medidas del producto o con las crecientes nóminas de las empresas. Las encuestas de manufactura registran sus peores resultados desde los comienzos de la pandemia, pero eso puede deberse a que los consumidores aún están reordenando sus gastos tras la peor fase de la pandemia (hay menos compras de equipos de gimnasia para el hogar, pero, a la vez filas, más largas en los aeropuertos). Incluso la desaceleración de China podría ayudar a Europa un poco, reduciendo la demanda global de gas natural licuado.
Más allá de si las economías ya se están achicando, es difícil ver cómo podrán evitar una recesión en el próximo año, al sentirse los efectos del ajuste monetario y al ver que Europa se dirige hacia un frío invierno. Lo bueno es que las tasas de interés más elevadas y el shock de energía traerán avances que deberían, a la larga, fortalecer a la economía mundial.
Algunas recesiones se retroalimentan con la reducción del gasto de los hogares endeudados. Con pocas excepciones, como el mercado inmobiliario burbujeante de Canadá, las grandes economías padecen pocas vulnerabilidades de este tipo. De hecho, los hogares y las compañías se ven fuertes.
Por otra parte, la amenaza de crisis financieras en mercados emergentes, tema de preocupación habitual cuando la Fed eleva las tasas, ya no es lo que era en otros tiempos. Eso es, en parte, por un cambio hacia deudas en moneda local y no en dólares.
La principal línea de quiebre de la economía global es la inflación. La última vez que la Fed ajustó la política monetaria de modo tan dramático, a comienzos de la década de 1980, los precios habían aumentado más del doble en la década anterior. Hoy la cifra es de solo el 29%, porque le inflación recién despegó el año pasado. Si bien la economía estadounidense se ha sobrecalentado mucho, las expectativas de inflación de largo plazo siguen siendo modestas.
La mejor analogía histórica probablemente no sea con la prolongada batalla con la estanflación de la década de 1970, sino con el estallido de los precios al consumidor que siguió a la conmoción masiva de la segunda guerra mundial. La baja que hizo caer esa inflación fue leve y dejó pocas cicatrices. Una recesión moderada también debería eliminar la inflación de la economía esta vez. Los mercados están pronosticando que los precios en Estados Unidos aumentarán 3,8% en 2023, menos de la mitad de la inflación actual.
En otros lugares el principal impulso para la inflación son los precios globales por las nubes de los alimentos y la energía y las cadenas de producción interrumpidas, que están elevando el precio de los bienes importados. Algunas escaseces ya se están aliviando. Los precios del trigo han caído casi el 40% desde su más reciente pico (en mayo). Los precios del petróleo cayeron. Las cadenas de producción se están recuperando. Desgraciadamente, la escasez de gas en Europa está empeorando. Aunque los gobiernos están haciendo lo que pueden para proteger a sus consumidores, si el racionamiento se vuelve necesario la producción industrial y el PBI caerán. Y, al mismo tiempo, la inflación subirá.
Pero de la misma forma que una baja debería purgar la economía estadounidense de su problema de inflación, Europa podría emerger de la recesión habiendo superado su complacencia respecto de la provisión de energía. Los funcionarios han advertido que un cambio bien gestionado hacia la energía limpia reduce su dependencia de regímenes autocráticos.
En todo el mundo, la inversión en energía renovable está en fuerte alza y los gobiernos que previamente eran escépticos respecto de la energía nuclear están reconsiderando su oposición a ella. Incluso Japón, que sufrió el desastre de Fukushima en 2011, tiene la esperanza de reiniciar más reactores nucleares. Si el mundo emerge de la baja que está por delante con la inflación bajo control y estando en un camino de provisiones de energía verdes y más seguras, el sufrimiento no habrá sido por nada.