EL PAIS – Dos horas ha duró la reunión que el consejero de Seguridad Nacional de EE UU, Jake Sullivan, y el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, han celebrado este lunes en la capital, Brasilia. El encuentro, que ha sido bastante más largo de lo inicialmente previsto, ha versado sobre un amplio abanico de temas, incluidos Venezuela, la guerra de Ucrania, el cambio climático… Además, Sullivan traía una invitación del presidente Joe Biden, para que Lula lo visite en Washington. El brasileño se inclina, según uno de sus asesores más cercanos, por viajar después de tomar posesión del cargo, el 1 de enero, y no antes como se sopesó inicialmente.
Tras el encuentro con el enviado estadounidense, Lula ha tuiteado: “Estoy animado para conversar con Biden y profundizar la relación entre nuestros países”. El demócrata fue uno de los primeros mandatarios extranjeros en felicitar al izquierdista tras su victoria y al día siguiente conversaron por teléfono. Pese al interés mostrado por ambas partes, todo indica que el viaje a Washington será probablemente ya en 2023.
Tras acudir a la cumbre del clima y a Portugal, el próximo presidente de Brasil está inmerso en intensas negociaciones a dos bandas: con sus socios de coalición para diseñar su Gabinete de ministros y con el Congreso, para aprobar fondos con los que pagar su gran promesa electoral, mantener la paga a los más pobres.
El principal asesor de Lula en política exterior, el antiguo canciller Celso Amorim, que ha estado en el encuentro con los enviados de la Casa Blanca, ha dado a entender después que la agenda de Lula está demasiado complicada en las casi cuatro semanas que le restan hasta iniciar su tercer mandato. “(Lula) agradece la invitación, pero tal vez no da (tiempo) de estar (en EEUU) antes de la toma de posesión. Pero él cree que podrá ir poco después del inicio de año, ya en una visita oficial como presidente”, ha dicho Amorim, según G1.
En un escenario internacional marcado por la creciente confrontación entre EE UU y China, Brasil busca su lugar entre ambos. El gigante asiático sustituyó a la primera potencia mundial como su primer socio comercial hace algo más de una década.
Sullivan visita Brasil en pleno traspaso de poderes entre los equipos de Lula y del derrotado presidente saliente, Jair Bolsonaro, que sigue mudo y con una agenda pública de mínimos, que por ahora incluye sobre todo eventos militares. Al consejero de Seguridad Nacional, le acompaña en su viaje a Brasilia el asesor especial de Biden para América Latina, Juan S. González. Los estadounidenses se iban a reunir también con un alto cargo del Gobierno Bolsonaro, el secretario de Asuntos Estratégicos.
Según el relato de la parte brasileña, Lula y Sullivan han tratado varios asuntos pero no ha habido demandas concretas. Han abordado la situación en Venezuela, la guerra de Ucrania, el cambio climático, Haití, la situación de la democracia…
El antiguo canciller brasileño ha contado que para los estadounidenses “es fundamental que en Venezuela haya un elección que pueda ser considerada justa y ellos aceptarán al ganador”, informa Reuters. Estados Unidos ha emprendido, en plena crisis energética por la guerra de Ucrania, una operación para recomponer las relaciones con el Gobierno de Nicolás Maduro. Tras un reciente canje de detenidos, el presidente de EEUU ha autoriza a la petrolera Chevron que opere en el país sudamericano.
Respecto a la guerra de Ucrania, la postura de Lula es más ambigua de lo que a Washington le gustaría. El brasileño, que causó una polémica al acusar a Zelensky de ser tan responsable como Putin por la contienda, es partidario de priorizar una salida diplomática por encima de cualquier otra posibilidad.
El presidente electo brasileño y el consejero de Seguridad Nacional se han mostrado a favor de colaborar más estrechamente ante la emergencia climática, pero sin hablar de medidas concretas. Y mientras Brasil ha pedido apoyo a Washington en su sempiterna reclamación de que el Consejo de Seguridad sea ampliado con otros miembros, Biden querría que Lula desplegara una nueva operación en Haití para estabilizar el país y frenar así la emigración hacia territorio estadounidense.