El escenario macroeconómico europeo se oscurece. Aunque el crecimiento este año será finalmente superior al previsto hace tres meses, la guerra de Rusia en Ucrania, el impacto sobre la demanda mundial, la crisis energética y el aumento de las presiones inflacionistas auguran un año 2023 mucho más complicado, con unas perspectivas de crecimiento más débiles y una inflación más elevada que situarán a la UE y la Eurozona en recesión. Una situación que también pasará factura a la economía española. Según las nuevas previsiones de otoño de la Comisión Europea, España crecerá este año un 4,5% pero en 2023 lo hará solo un 1%, frente al 2,1% estimado en julio, antes de volver a acelerarse al 2% en 2024.
En este entorno de desaceleración y recesión (dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo), la economía española mantendrá una cierta fortaleza. Crecerá este año un 4,5%, medio punto más que el pronosticado por los técnicos comunitarios en julio pasado y una décima por encima de lo que espera el Gobierno de Pedro Sánchez. Y aunque terminará este año en rojo con una contracción del 0,3% en el último trimestre, la economía española será la única entre las grandes potencias del euro que esquivará la recesión técnica, pues la Comisión Europea proyecta un leve avance del 0,1% en el primer trimestre del año próximo. Pese a la intensa desaceleración, España crecerá en el conjunto del 2023 el 1%, el triple que la media de la Eurozona (0,3%) y muy por encima del resto de grandes economías de la UE: Alemania (-0,6%), Italia (0,3%), Francia (0,4%) y Países Bajos (0,6%). «En un contexto incierto en el que realizar previsiones es complejo, la Comisión prevé que España crezca claramente por encima del conjunto de la zona euro tanto en 2022 como en 2023. El año que viene sólo Irlanda, Malta y Rumania crecerán más que España», ha valorado el Ministerio de Economía, tras la publicación de las nuevas previsiones de la Comisión Europea.
Según el comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, “se espera que las presiones derivadas de los elevados precios de la energía disminuyan parcialmente a partir de mediados de 2023, lo que permitirá un repunte gradual de la actividad gracias a la moderada reactivación del consumo privado y a una mayor normalización del turismo”. Todo ello augura una expansión más robusta en 2024 gracias a una demanda interna y externa más vigorosa.
El mercado laboral resiste
El nuevo cuadro también confirma que España seguirá creando el próximo año empleo (0,8%), por encima de lo previsto por el Gobierno (0,6%) y muy por encima del resto de países de la Eurozona (0,1%). La tasa de paro, no obstante, se mantendrá estancada en el 12,7%, medio punto por encima de la previsión del Gobierno, y superior al 7,2% que registrará la Eurozona en 2023.
En cuanto a la inflación, la Comisión Europea estima que todavía no ha tocado techo y que el pico no se alcanzará hasta finales de año. Según su estimación, alcanzará este año el 9,3% en la UE y el 8,5% en la Eurozona antes de empezar a caer en 2023 aunque seguirá estando elevada (7% en la UE y 6,1% en la Eurozona). Una revisión al alza que achacan al aumento significativo de los precios al por mayor del gas y la electricidad, que presionan los precios minoristas de la energía y la mayoría de los bienes y servicios de la cesta de consumo. En el caso español, los pronósticos auguran un índice de precios más moderado, del 4,8% en 2023, por debajo incluso del 5,6% previsto por el Banco de España. Este año, no obstante, alcanzará también el 8,5%.
Más déficit y deuda
El bajo crecimiento, la alta inflación y las medidas de apoyo a la energía también pesarán sobre los déficits. El fuerte crecimiento nominal de los tres primeros trimestres del año y la supresión de las ayudas relacionadas con la pandemia han impulsado una nueva reducción de los déficits públicos en 2022, a pesar de las nuevas medidas adoptadas para mitigar el impacto del aumento de los precios de la energía en los hogares y las empresas. Tras caer al 4,6% del PIB en 2021 (5,1% en la zona del euro), se prevé que el déficit en la UE siga disminuyendo hasta el 3,4% del PIB este año (3,5% en la zona del euro).
En 2023, sin embargo, el déficit público volverá a aumentar (hasta el 3,6% en la UE y 3,7% en la zona del euro) a medida que se debilite la actividad económica, aumente el gasto en intereses y los gobiernos prorroguen o introduzcan nuevas medidas discrecionales para mitigar el impacto de los altos precios de la energía. En el caso español, las previsiones de Bruselas auguran un desvío en las finanzas públicas del 5% este año, del 3,9% en 2023 y 2,9% en 2024 aunque advierte que «volver a vincular las pensiones a la inflación pesará considerablemente en los presupuestos de 2023 (con un coste estimado del 1,4%)
Según el análisis europeo, las medidas puestas en marcha por el Gobierno para mitigar el impacto de los altos precios de la energía ya han supuesto hasta el 1,6% del PIB. Algunas de ellas, como la reducción del IVA en la electricidad y el gas, o algunas exenciones o la reducción del impuesto especial sobre la electricidad, «tendrán efectos negativos sobre la recaudación». Mientras que otras, como la rebaja de 20 céntimos por litro para la gasolina, el cheque social para ayudar al pago de la calefacción o las ayudas a los hogares más desfavorecidos, «supondrán un aumento del gasto».
Respecto a la deuda pública, en la UE, caerá del 89,4% en 2021 al 84,1% en 2024 y del 97,1% al 91,4% en la zona del euro. En España, también caerá aunque seguirá estando por encima del umbral del 100%: 114% en 2022, 112,5% en 2023 y 112,1% en 2024. Desde el Ministerio de Economía español, se interpreta que la Comisión Europea respalda las estimaciones fiscales del Gobierno, «con una previsión de deuda pública a finales de 2023 idéntica a la de los PGE y una senda de reducción de déficit que permitirá estar por debajo del 3% del PIB en 2025».
Las previsiones continúan rodeadas de una enorme incertidumbre. En primer lugar porque la guerra de Rusia en Ucrania continúa y, en segundo, porque la posibilidad de que haya nuevas perturbaciones económicas no ha desaparecido. De hecho, la mayor amenaza, según Bruselas , sigue siendo la evolución adversa del mercado del gas y el riesgo de padecer problemas de suministro, particularmente durante el invierno del próximo año, sin olvidar la posibilidad de sufrir nuevas perturbaciones en otros mercados de productos básicos derivadas de las tensiones geopolíticas. Otro factor de riesgo importante es la inflación más duradera y los posibles ajustes desordenados de los mercados financieros mundiales al nuevo entorno de tipos de interés elevados. Ambos, alerta la Comisión, se ven amplificados por la posible incoherencia entre los objetivos de la política fiscal y monetaria.