MADRID – La inflación en Estados Unidos ya ha tocado techo, o al menos esa ha sido la conclusión que muchos economistas y analistas han sacado tras conocerse la semana pasada el índice de precios al consumo (IPC) de julio del país norteamericano. Sin embargo, la situación a este lado del Atlántico es muy diferente: más de la mitad de los países de la Unión Europea (UE) registran un IPC anual a doble dígito y los expertos aseguran que la inflación en el Viejo Continente está lejos de enfriarse.
La fuerte subida de los precios afecta directamente a las familias, lo que previsiblemente lastrará el consumo y, por tanto, al devenir económico de toda la región. Cada vez son más las voces que auguran una pronta y dura recesión como consecuencia de la elevada inflación (y el endurecimiento monetario para hacerle frente). De hecho, la economía de la eurozona ya ha comenzado a contraerse.
El IPC anual de Estados Unidos bajó el mes pasado al 8,5%. En junio había escalado al 9,1%, una tasa que no se veía desde finales de 1981. A pesar del descenso, distintos analistas optaban por la prudencia. «Es demasiado pronto para cantar victoria en la lucha contra la alta inflación», aseguró el pasado viernes Oren Klachkin, economista de Oxford Economics.
No obstante, la sensación generalizada en el mercado desde entonces es de que la inflación en la mayor potencia del mundo ya podría haber tocado techo. Eso sí, es previsible que el IPC subyacente (que no pondera los precios energéticos ni los de los alimentos frescos, por ser más volátiles) marque un pico en septiembre u octubre en torno al 6,5%, según los expertos de ING Economics.
En todo caso, es realmente llamativo las diferentes realidades que viven EEUU y Europa. A este lado del ‘charco’ los precios siguen subiendo a un ritmo no visto en décadas en la mayoría de países. Es más, las tasas de IPC anuales ya fueron de doble dígito el mes pasado en 16 de los 27 países que conforman la Unión Europea (UE), es decir, en el 59%. Y si se mira solo a la eurozona (los países del bloque que tienen el euro como divisa), el IPC superó el 10% en diez de los 19.
En concreto, las mayores tasas de inflación en julio en la zona euro se registraron en Estonia, Letonia y Lituania, donde superaron el 20%. En Eslovaquia y Eslovenia el IPC alcanzó el 12,8% y 11,7%, respectivamente. Asimismo, en Países Bajos se situó en el 11,6%, Grecia se quedó cerca (11,5%) y no muy lejos se situaron los IPC de España (10,8%), Chipre (10,6%) y Bélgica (10,4%).
En Alemania, la mayor economía de la región, el índice de precios al consumidor se moderó levemente el pasado mes al 7,5% anual, aunque el IPC armonizado realmente marcó un nuevo récord en el 8,5%. Con todo, la inflación en toda la eurozona marcó el mes pasado un máximo histórico en el 8,9%. Se espera que Eurostat confirme mañana jueves este dato.
Países en la órbita de Rusia
¿Qué hay detrás de estas fuertes subidas de precios? Uno de los principales factores es la dependencia energética de Rusia, que no solo es un problema de Alemania o los países bálticos. La mayoría de la Europa oriental ha vivido enganchada a la energía rusa y ahora paga sus altos precios por la guerra en Ucrania.
Así, si se mira más allá de la zona del euro, la República Checa tiene su tasa anual de IPC en el 17,9% (dato de julio). En Bulgaria está al 17,3%. En Rumanía alcanza el 14,9%. Y en Hungría, que permanecerá enganchada al petróleo ruso por oleoducto, se sitúa en el 13,7%. Tampoco se libran de las altas tasas de inflación Rusia y Bielorrusia, con el IPC oficial al 15,1% y 18,1%, respectivamente.
Y el último en sumarse al ‘club’ de la inflación a doble dígito ha sido Reino Unido. Allí el IPC anual escaló en el séptimo mes del año 10,1% frente al 9,4% de junio. Dicho de otra manera: los precios subieron a un ritmo no visto desde febrero de 1982.
«La inflación no muestra signos de enfriamiento a corto plazo»
El Banco de Inglaterra (BoE) ya advirtió a principios de este mes de que la inflación en Reino Unido no está precisamente cerca de tocar techo. El organismo monetario proyectó que el IPC británico escalará por encima del 13% a final de año. Esto es algo que no sucede desde 1980, es decir, desde la última parte de la profunda recesión vivida a finales de los 70 y principios de los 80 por la primera crisis del petróleo.
De la mano de este mal augurio inflacionario el BoE también vaticinó una pronta y larga recesión para la economía británica, la cual comenzará a finales de este mismo año y podrá extenderse a lo largo de 2023, siempre según la entidad central. Tal y como subrayó en su comunicado del pasado 4 de agosto, todos los escenarios macro que ha elaborado «muestran una inflación a corto plazo muy alta, una caída del PIB durante el próximo año y una marcada disminución de la inflación a partir de entonces».
Las perspectivas para la eurozona tampoco son mucho mejores. «La inflación no muestra signos de enfriamiento a corto plazo», aseguraron los expertos de Oxford Economics tras conocerse el último dato (récord) de IPC. En sus últimas previsiones, el Banco Central Europeo (BCE) anticipó que la inflación en la zona del euro será del 6,8% en el conjunto de 2022. El BCE actualizará estas estimaciones el próximo mes, como es habitual, y no sería ninguna sorpresa que pasara a pintar un horizonte próximo más oscuro.