DW – Cuando rusia comenzó a emplazar sus tropas a lo largo de la frontera ucraniana, hace cerca de un año, muchos expertos y políticos occidentales creían que, en caso de una invasión, Kiev caería en pocos días. Al parecer, eso era también lo que se pensaba en Rusia. Si bien las tropas rusas llegaron en los primeros días hasta las cercanías de la capital, el ejército ucraniano detuvo su avance y forzó su retirada. Las apreciaciones iniciales resultaron erradas. El presidente ruso, Vladimir Putin, no lo admite directamente, pero a comienzos de diciembre comenzó a preparar a su país para una larga guerra.
Rusia no controla el espacio aéreo
Diversas expectativas no se cumplieron. Por ejemplo, muchos calculaban que Rusia neutralizaría rápidamente no solo a la Fuerza Aérea ucraniana, sino también sus defensas antiaéreas. La base de las suposiciones fueron posiblemente las experiencias vividas en el este de Ucrania. Cuando estalló en 2014 la guerra en la región de Donbás, en la que Rusia negó su participación, Ucrania perdió muchos aviones y helicópteros, y ya no utilizó los que le quedaban.
Muy diferente es la situación desde la invasión en 2022. La aviación rusa supera claramente a la ucraniana en número y técnología pero, pese a numerosos ataques contra aeropuertos militares y combates en el frente, Ucrania dispone hasta hoy de naves intactas. Y también su defensa antiaérea se vuelve cada vez más eficaz.
Desde el comienzo de la guerra, según Ucrania, Rusia ha perdido cientos de aviones y helicópteros. Estas informaciones no se pueden confirmar con fuentes independientes, pero servicios de inteligencia occidentales hablan de grandes pérdidas de la fuerza aérea rusa. Moscú utiliza en cambio más drones y misiles, los que, sin embargo, son también interceptados cada vez con más eficacia por la defensa antiaérea ucraniana. Kiev le debe eso a la ayuda occidental.
La flota del Mar Negro
Rusia dispone de superioridad militar también en el campo naval. En 2021, Moscú realizó dos ensayos de desembarco de tropas en la anexada Crimea. Eso despertó temores de que Rusia pudiera emprender una ofensiva contra Odessa y llevar con barcos de guerra grandes contingentes de tropas e incluso tanques. Hasta el momento, eso no ha ocurrido. «Los desembarcos anfibios son muy riesgosos”, indicó a DW el experto británico Marc de Vore, de la Universidad de St. Andrews.
Al inicio de la invasión, Rusia emplazó buques de guerra frente a Odessa. Sus tropas lograron ocupar la cercana Isla de las Serpientes, pequeña pero de importancia estratégica. Pero, a fines de junio, las fuerzas ucranianas lograron expulsarlas mediante ataques de artillería.
La flota rusa del Mar Negro es hasta el momento una de las grandes perdedoras de esta guerra. Su barco insignia, el «Moskwa», fue atacado en abril con misiles. Quedó averiado y posteriormente se hundió. Otro buque, el «Saratow», había corrido una suerte similar en marzo, en el Mar de Azov. En consecuencia, los buques de la flota del Mar Negro se mantienen a prudente distancia de la costa, controlada por Kiev. Pero no han quedado fuera de combate. Reiteradamente atacan a Ucrania con misiles de crucero, desde una distancia segura.
Defensa contra ciberataques
Por último, antes de la invasión se temía que Rusia pudiera paralizar a Ucrania con ciberataques. Los temores no eran infundados, porque el país había sido blanco desde hace años de ataques digitales. También el día previo a la invasión hubo ataques de este tipo, atribuidos a Rusia, contra organismos gubernamentales y contra el Parlamento.
Pero Kiev parece estar bien preparado para contrarrestarlos, también gracias a la ayuda occidental recibida para fortalecer sus defensas en la materia. Los daños registrados en parte de la infraestructura crítica, como la red eléctrica, no obedecen a taques de hackers, sino de misiles.