DW – Dos docenas de barcos han zarpado ya de los puertos ucranianos en el mar Negro desde el pasado 22 de julio. Ese día se firmó un acuerdo en Estambul, con la mediación de Turquía y la ONU, con el objetivo de permitir nuevamente las exportaciones de granos desde Ucrania, tras el bloqueo impuesto por los barcos rusos de guerra.
Uno de los primeros barcos fue fletado por la misma ONU para entregar 23.000 toneladas de trigo a personas necesitadas de Etiopía. En total, más de 600.000 toneladas de granos han ingresado al mercado internacional. Sin embargo, las ambiciones de las autoridades ucranianas son mayores y esperan que hasta 100 barcos salgan al mes desde Odesa, Pivdenny y Chornomorsk.
Las navieras dudan
Aparte del carguero que partió a Etiopía, solo cuatro buques han llegado a Odesa para recoger granos de acuerdo a contratos recientemente firmados. El resto han sido barcos que llevaban meses esperando. «El ritmo de los nuevos contratos ha sido lento», dice Pavlo Martyschev, de la Kyiv School of Economics (KSE), en conversación con DW. «El mercado en realidad no confía en los rusos y cuentan con que habrá sorpresas», explica en alusión al lanzamiento de cohetes por parte de Rusia apenas un día después de la firma del acuerdo.
En un análisis que hizo para la KSE, Martyschev estimaba que el potencial de exportación adicional para Ucrania tras la firma del acuerdo podía llegar a los 5.000 millones de dólares, divisas indispensables para un país devastado por la guerra. «Pero el mercado está nervioso. Hay reportes de disparos rusos en Odesa, a veces en Mykolaiv, y también sobrevuelan la zona desmilitarizada para el paso seguro de los cargueros», sostiene.
Jugosas primas de riesgo
Gennedij Ivanov, director general de la empresa de logística BPG Shipping, sabe perfectamente lo que significa transportar mercancías en condiciones de guerra. Durante más de 10 años, su empresa ha organizado viajes de buques de carga a Yemen. Ivanov ahora tiene que convencer a los cargueros para que hagan escala en su ciudad natal Odesa, pese a los peligros. «Hay pocas empresas que trabajan de forma regular en zonas potencialmente riesgosas, como el este de África o Yemen, y están listos para hacer lo mismo en Ucrania porque saben que hay primas de riesgo. Esto significa que los costos de flete son significativamente más altos que en los países vecinos, como Rumania o Bulgaria», dice a DW.
El empresario hace cálculos: arrendar un barco para exportar grano desde Ucrania cuesta alrededor de 10.000 dólares diarios más que hacerlo en Rumania. Los extensos controles de seguridad en Estambul significan que las empresas cobran a sus clientes ucranianos entre siete y nueve días adicionales. Esa fue una condición de los rusos en el acuerdo: que los barcos fueran revisados por militares turcostanto al salir de Ucrania como al retornar, para evitar cualquier entrega de armas. «Todo esto redunda en que una tonelada de carga salida desde los puertos ucranianos cuesta hasta 35 dólares más que en Rumania», enfatiza Ivanov.
¿Qué hacer con las millones de toneladas de granos?
Según las estimaciones de los expertos, alrededor de 18 millones de toneladas de cereales siguen en los silos ucranianos. Y las cosas empeoran, especialmente para quienes cultivan maíz. «En septiembre/octubre es la nueva cosecha, y a menos que se aceleren drásticamente las exportaciones, habrá falta de capacidad para almacenar unas 10 millones de toneladas», advierte Martyschev, quien pide ayuda internacional en forma de créditos para levantar silos provisorios.
Heinz Strubenhoff fue durante muchos años experto en agricultura del Banco Mundial y ahora trabaja de manera independiente. En su opinión, el acuerdo de Estambul solo tendrá efectos tangibles si los socios internacionales más importantes de Ucrania ayudan a pagar las primas de riesgo. «Rusia está interesada en que siga habiendo incertidumbre y que las primas sigan altas. La Unión Europea y Estados Unidos deberían apoyar a Ucrania y hacer que sus exportaciones se vuelvan más competitivas», destaca.