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sábado, diciembre 7, 2024

Ucrania sigue marcando la agenda internacional

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Rusia no sabe cómo poner punto y final a una guerra que inicio irresponsablemente sin valorar sus consecuencias, una ruina económica mundial, un nuevo rumbo geopolítico donde actores como Kim Jong-un se rige como máximo protagonista con sus lanzamiento de misiles por doquier, pero mientras Moscú busca acuerdos con Corea del Norte e Irán con fines militares con el intercambio y producción de armamento y aviones no tripulado, que desestabilizaría aún más a la comunidad internacional, China fortalece sus negocios con los países del golfo Pérsico con la visita de Xi Jinping a Arabia Saudí, enemigo de Teherán.

Corea del Norte aprovecha la coyuntura internacional en un momento de máxima tensión mundial, pero su máximo líder, Kim Jong-un, tiene claro que toda la atención mediática está en Ucrania, incluso hace unos meses en las tensiones entre China y Taiwán, de ahí que Pyongyang quiera lograr un protagonismo dentro y fuera del país para ir preparando lo que sería su séptima prueba nuclear y a la vez tanto rusos como iraníes no la verían con malos ojos. Incluso Teherán viviendo sus mayores manifestaciones con una brutalidad sin precedentes podría desviar sus problemas con su total apoyo a Moscú y también Pyongyang refuerza su política interior con ese monotema de un ataque del exterior. Un mundo distinto.

Otra cosa sería China, a Pekín le incomoda no sólo, pese a su apoyo ambiguo a Rusia, alargar la guerra de Ucrania, sino que el propio régimen norcoreano siembre en la región más incertidumbre en una península coreana tensa por el lanzamiento de misiles y las propias maniobras militares entre Seúl y Washington con el apoyo de Japón, una realidad política que no va a ir más allá de lo puramente mediático, dado que ni Pyongyang va a atacar a nadie ni EEUU ni Corea del Sur van a invadir a Corea del Norte, pues de lo que se trata es volver a la mesa de negociaciones, por ahora impensable, y el levantamiento de las sanciones.

Pero China tiene otro asunto que solventar. El presidente chino, Xi Jinping, en su reciente visita de la pasada semana a Riad, donde se reunió con los líderes de los 22 Estados que conforman la Liga Árabe, vio como Arabia Saudí, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Faisal bin Farhan, advirtió que si Irán desarrolla un arma nuclear, los países de la región del golfo Pérsico y de Oriente Medio «reaccionarán» para garantizar su propia seguridad. Una declaración importante teniendo en cuenta el deterioro de las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí tras la decisión por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+) de reducir la producción de barriles de crudo, que favorece a las tesis de Moscú. Incluso Moscú llegó a ofrecerse a mediar entre Washington y Riad. Unas relaciones que también se tensaron a raíz del asesinato del periodista disidente saudí Jamal Khashogi en 2018.

Eso sí, mientras sigue la guerra de Ucrania ahora la Unión Europea (UE) acaba de fijar un límite máximo del precio del petróleo para el petróleo crudo, los aceites de petróleo y los aceites obtenidos a partir de minerales bituminosos originarios o exportados de Rusia de 60 dólares por barril que ha originado duras protestas de Moscú.

No obstante, China no cesa en su búsqueda de aliados comerciales. A Pekín no le va la inestabilidad política mundial ni tampoco conflictos que perturben sus alianzas económicas, como se vio recientemente en su encuentro donde tanto Xi como Biden tenían claro que las guerras comerciales hacen daño a todos, lo que evidencia por ahora que China no va a invadir Taiwán. De momento no. Y sin olvidar que Vietnam e Indonesia le pisan los talones cuando la economía china ya va por debajo de la vietnamita y de la indonesia.

China ha sacado una buena tajada comercial en la primera Cumbre China-Estados Árabes y a la Cumbre China-Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en Riad, donde tal como recordó Xi Jinping el intercambio comercial entre China y el mundo árabe en la última década alcanzó los 300.000 millones de dólares, mientras que la inversión directa superó los 27.000 millones de dólares. Cantidades altas para ser dañadas por conflictos ajenos y de ahí lo vital que resulta que Moscú tiene en Irán a su mejor aliado actual con el suministro de drones con el fin de “matar a civiles y atacar infraestructuras civiles”, y Pekín sabe que Arabia Saudí tiene en Oriente Medio a Teherán como su peor enemigo, entonces ¿Qué puede ocurrir si hipotéticamente como desea Vladimir Putin los iraníes y los norcoreanos se implican en la guerra de Ucrania?

Arabia Saudí es un importante aliado de EEUU en la región, mientras que Irán es uno de sus principales opositores, pues si Teherán y Washington no tienen relaciones diplomáticas desde 1980, Riad y Teherán tampoco las tienen desde 2016, y además los saudíes mantienen buenas relaciones, no diplomáticas, con Israel, el enemigo número uno de Irán, que comparten lazos de seguridad para ambos países.

No obstante, Arabia Saudí acaba de comprar a China armas por valor de unos 4.000 millones de dólares, y desde 2013 Pekín es el mayor socio comercial de Riad, cuyo comercio bilateral alcanzó el pasado año los 87.300 millones de dólares, un 30 por ciento más que en 2020. Pero Pekín quiere aprovecharse del mal momento de las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí, que al igual que otros países del Golfo han visto que su socio estratégico de Estados Unidos se ha alejado al cambiar su enfoque hacia la región de Asia-Pacífico para así recuperar la influencia perdida en favor del gigante asiático y de ahí en acercarse a Pekín en lo comercial y en la adquisición de armamento.

Al mismo tiempo, la UE y sus Estados miembros permanecen unidos en su apoyo inquebrantable a Ucrania y condenan firmemente la agresión militar no provocada e injustificada de Rusia. Pero la guerra de Ucrania ha agravado la fractura entre las potencias en la ONU y en su Consejo de Seguridad, dividido en dos bloques con posturas casi irreconciliables, una realidad política kafkiana que habría que reformar de inmediato ese Consejo de Seguridad, pues tanto Rusia y China de un lado, como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido del otro, es decir, los cinco miembros permanentes se reparten cada vez más en dos bandos inamovibles que hacen extremadamente complicada cualquier iniciativa o acuerdo o de soluciones.

Nadie duda de que el mundo está en peligro, pero nadie tampoco duda que si Rusia usa armas atómicas contra Ucrania, sería un ataque a la comunidad internacional, y aunque por medio estuviese Irán y Corea el Norte, la situación sería realmente peligrosa pero por ahora dudando que Moscú se atreva a hacerlo pese a que está dejando a Ucrania en un campo de escombros que recuerda a hechos de la Segunda Guerra Mundial. Y obviamente entraríamos en un escenario nuevo de la guerra que pese a posturas divergentes no quieren ni chinos ni estadounidenses.

Aunque gane, Rusia ya ha perdido, de hecho nadie quiere que Putin se salga con la suya. Ucrania ya está destrozada. ¿Qué ha logrado Moscú?, pero no puede impedir ni los 18.000 millones de euros que acaba de recibir Kiev de la UE ni tampoco la ayuda militar, la guerra se alarga y las consecuencias son cada vez más penosas, pero claro una paz con la integridad del país roto nunca lo aceptará Ucrania, y eso que últimamente Putin habla de negociar, pero negociar qué, se preguntan los ucranianos, que siguen recibiendo toda ayuda militar de EEUU y Reino Unido, especialmente, con ingentes cantidades dólares invertidos en armamento.

La península coreana sigue en tensión. EEUU, Corea del Sur y Japón piden prudencia y no permitirán una mayor escalada en la zona que salpica al Pacífico y donde Australia también se suma a las quejas de los misiles norcoreanos, pero de momento una guerra en esta área o cualquier ataque por uno de los dos bandos se antoja imposible, salvo un incidente imprevisto, pero lo que sí es cierto que la séptima prueba nuclear norcoreana está al caer. Y mientras esperamos el desenlace final de esa prueba nuclear, EEUU ya ha advertido su preocupación por esa “asociación militar a gran escala» entre Rusia e Irán, que podría cambiar la naturaleza de la guerra, y el rol de la propia comunidad internacional. Geopolíticamente los actores son cada vez más notorios y todos quieren influir.

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