EL PAÍS – Ucrania asegura que no abrirá negociaciones de paz con Rusia mientras haya soldados rusos en su territorio. Esto incluye no solo las regiones que las tropas de Moscú han conquistado desde la invasión que lanzaron el pasado 24 de febrero, sino también las que controlan desde 2014, como la península de Crimea y la mayor parte de las provincias orientales de Donbás. Así lo ha manifestado este jueves el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ante el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres. “Las futuras negociaciones solo se pueden llevar a cabo cuando Rusia abandone todo el territorio ucranio”, ha afirmado Zelenski.
La cumbre, celebrada en Lviv, ciudad ucrania próxima a la frontera con Polonia, ha servido para que Erdogan y Guterres mostraran a Zelenski su determinación de poner fin a la guerra en la mesa de negociaciones. Ambos son los principales valedores de la vía diplomática para acabar con la guerra. “El principal punto de diálogo con el secretario general de la ONU es cómo conseguir el final de la guerra”, ha afirmado Erdogan. “Tenemos que encontrar el camino más corto y rápido para iniciar la mesa de negociaciones”, ha añadido el jefe de Estado turco. Poco antes, en una conferencia de prensa conjunta, Zelenski afirmaba: “No tenemos confianza en que Rusia cumpla sus compromisos”.
Los tres dirigentes han mostrado sintonía en la defensa de la integridad territorial de Ucrania. La parte ucrania ha elevado el tono en las últimas semanas sobre su voluntad de expulsar militarmente a las tropas rusas, incluso de los territorios desgajados en la guerra de 2014, tanto las zonas separatistas prorrusas del Donbás como la península de Crimea, anexionada ese año por Rusia tras un referéndum no reconocido por la comunidad internacional.
Otro punto en el que han estado de acuerdo es la necesidad de que Rusia desmilitarice la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, y donde se están produciendo intercambios de fuego entre los dos Ejércitos. “No queremos otro Chernóbil”, ha dicho Erdogan, recordando la tragedia nuclear de 1986 que se produjo durante la Unión Soviética en suelo ucranio. Guterres ha mostrado su “enorme preocupación” por el hecho de que Rusia haya destacado tropas, artillería y vehículos militares dentro de la planta: “La zona debe ser desmilitarizada, cualquier otra opción sería suicida”. El secretario general de la ONU ha avalado la propuesta del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) de enviar una misión de supervisión a Zaporiyia, aunque ha subrayado que debe ser bajo jurisdicción de Kiev.
El presidente ucranio, con un semblante más tenso que Erdogan y Guterres, incluso ha corregido al intérprete que traducía sus palabras al inglés porque este había omitido una parte de su declaración en la que recordaba que cada día mueren civiles ucranios bajo las bombas rusas. La cumbre se ha celebrado en el palacio Potocki, residencia del conde Alfred Josef Potocki, noble polaco y ex primer ministro del Imperio Austrohúngaro. Desde el patio de entrada al palacio podían distinguirse las cajas de ayuda humanitaria que se acumulan en unos pabellones de arte colindantes. En la calle, un grupo de ciudadanos reclamaba que Rusia liberara a los presos de guerra ucranios que resistieron hasta el último momento en el asedio de Mariupol, ciudad ahora bajo control del Kremlin.
Erdogan ha garantizado su apoyo a Zelenski para conseguir que los presos de guerra regresen a Ucrania. También ha recalcado que transmitirá las conclusiones de la reunión al presidente ruso, Vladímir Putin. Erdogan se vio el pasado 5 de agosto con Putin. Según han informado medios rusos y turcos, Putin se mostró favorable a reunirse con Zelenski, aunque la parte rusa no está dispuesta a retroceder en el 20% de Ucrania que tiene ocupado militarmente.
Esta ha sido la primera visita de Erdogan a Ucrania desde que estalló la guerra. “Apostamos por la diplomacia al mismo tiempo que estamos al lado de nuestros amigos ucranios”, ha afirmado el líder turco. Este ha insistido en que el modelo a seguir es el acuerdo firmado a finales de julio en Estambul entre Rusia, Ucrania, Turquía y la ONU para que la flota rusa permita la exportación de cereales ucranios a través del mar Negro. “El acuerdo para la exportación de alimentos demuestra el éxito de la diplomacia. Esto es solo el inicio”, ha añadido Guterres. “Pero las iniciativas [diplomáticas] en situación de guerra son inevitablemente frágiles”, ha avisado el secretario general de la ONU.
Fase caliente del conflicto
Rusia y Ucrania intentaron el pasado marzo, también en Turquía, acercar posiciones para una hipotética suspensión de las hostilidades, aunque las negociaciones fracasaron. La situación actual, de máxima tensión bélica, imposibilita que se acerquen posiciones, según explicó en una entrevista del pasado julio con EL PAÍS la investigadora de la Universidad de Berna Oksana Mishlovska: “En la actual fase del conflicto, las encuestas demuestran que una gran mayoría de rusos y de ucranios creen en la victoria de su lado, una situación que en la literatura académica se entiende que es parte de la fase caliente del conflicto”. Mishlovska añadía que la enorme caída del PIB ucranio y la continuación del conflicto supone una cada vez mayor dependencia de sus aliados occidentales y de la OTAN, entre ellos, Turquía.
Erdogan aterrizó en la mañana del jueves en Polonia —el espacio aéreo ucranio está cerrado ante el riesgo de que las aeronaves sean derribadas por Rusia— y tenía previsto regresar a Turquía ese mismo día. Guterres, en cambio, proseguirá su segundo viaje en la Ucrania en guerra con una visita al puerto de Odesa, desde donde han zarpado en un mes la mayoría de los 21 barcos con grano ucranio. La flota rusa atacó el puerto de Odesa un día después de la firma del acuerdo de exportaciones, incumpliendo el pacto firmado en Estambul.
La cumbre se ha organizado en un tiempo récord: su celebración se comunicó tan solo 24 horas antes de producirse. Esto ha conllevado un caos organizativo, sobre todo en la comparecencia de prensa conjunta, en la que ha fallado la traducción simultánea y las condiciones ambientales, con un calor muy intenso y ninguna medida de protección ante posibles contagios por el coronavirus. La organización tampoco ha permitido, sin dar explicaciones, el acceso de teléfonos móviles y ordenadores al edificio de la reunión.
Guterres también ha anunciado que ya ha constituido el equipo de la ONU que investigue la autoría del bombardeo que el pasado julio causó la muerte de más de 40 presos ucranios en una cárcel de Olenivka, municipio de la provincia de Donetsk bajo dominio ruso. Los dos ejércitos se acusan de estar detrás del ataque. Guterres ha asegurado que había hablado de la cuestión con ambas partes. La misión de investigación ya está lista, según el político portugués, y solo falta “garantizar su acceso seguro para que puedan recabar toda la información necesaria y sin interferencias”. El comandante de la misión sería el general brasileño Carlos Alberto dos Santos Cruz.
La proximidad de Lviv a la frontera polaca —una hora y media por carretera— era conveniente para la visita relámpago del líder turco. Zelenski, en cambio, justificó que la cita se produjera en Lviv porque en esta ciudad se formaron Hersch Lauterparcht y Raphael Lemkin, los dos académicos que desarrollaron los conceptos legales de genocidio y crímenes de lesa humanidad. Zelenski volvió a pedir que se constituya un tribunal internacional que juzgue los posibles crímenes de guerra rusos. Erdogan se mantuvo impasible al escuchar las explicaciones de Zelenski, pese a que el líder turco se niega a reconocer como genocidio las masacres y deportaciones de armenios del Imperio Turco en los inicios del siglo XX. Este genocidio fue determinante en los estudios de Lemkin y Lauterpacht.