El presidente de Rusia, Vladímir Putin, prolongó hoy hasta finales de año el veto a la venta de crudo y derivados de petróleo a destinatarios que se atengan al precio tope impuesto por los países del G7, la Unión Europea (UE) y Australia.
La disposición presidencial, que expiraba el 1 de julio, obliga a los exportadores rusos de crudo a rechazar los contratos con personas jurídicas o físicas extranjeras que contengan un mecanismo que fije, directa o indirectamente, un precio máximo en cualquiera de las etapas de los suministros hasta el comprador final.
Occidente introdujo en diciembre de 2022 un tope de US$60 por barril al crudo ruso debido a la guerra en Ucrania.
En febrero pasado hizo lo propio con los derivados rusos, al imponer un techo de US$100 por barril de diésel y de US$40 por barril por otros productos petrolíferos.
Occidente también introdujo en febrero precios máximos a los productos petrolíferos ruso: de US$100 por barril de diésel y de US$40 por barril por otros derivados.
Eso sí, en el primer decreto de Putin se especificó que el presidente ruso se reservaba el derecho de introducir excepciones a través de una “decisión especial”.
Así, en abril firmó otro decreto para permitir la exportación de petróleo y derivados rusos a países amistosos con contratos en vigor con independencia del tope a los precios rusos impuesto por Occidente.
La excepción sólo se aplica a los países que no figuren en la lista de naciones “inamistosas”.
El Gobierno ruso adoptó el 8 de marzo de 2022 una lista de países y territorios ‘inamistosos’, que incluye a EE.UU. y Canadá, todos los Estados miembros de la Unión Europea (UE), el Reino Unido, Ucrania, Montenegro, Suiza, Albania, Andorra, Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Noruega, San Marino, Macedonia del Norte, Japón, Corea del Sur, Australia, Micronesia, Nueva Zelanda, Singapur y Taiwán.