Rusia y Ucrania juegan un papel fundamental en la producción y el suministro de alimentos a nivel mundial. El nuevo informe de FAO proporciona los datos e informa sobre los riesgos para la economía y la seguridad alimentaria mundial derivados del conflicto en Ucrania, incluyendo las recomendaciones para evitar una crisis alimentaria de dimensiones catastróficas.
«Las interrupciones logísticas y de la cadena de suministro en la producción de granos y semillas oleaginosas de Ucrania y las restricciones a las exportaciones de Rusia tendrán repercusiones significativas y podrían aumentar gravemente la inseguridad alimentaria a nivel mundial, cuando los precios internacionales de los alimentos y los insumos son ya altos y volátiles», explica Máximo Torero, Economista Jefe de FAO.
En 2021, la Federación de Rusia o Ucrania, o ambos, figuraron entre los principales exportadores mundiales de trigo, maíz, colza, semillas de girasol y aceite de girasol, mientras que la Federación de Rusia también se situó como el principal exportador mundial de fertilizantes nitrogenados y el segundo proveedor de potasio y fósforo.
La Federación de Rusia es el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania es el quinto. Juntos, proporcionan el 19% del suministro mundial de cebada, el 14% del trigo y el 4% del maíz, lo que representa más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales.
El trigo es un alimento básico para más del 35% de la población mundial, y el conflicto actual podría provocar una reducción repentina y pronunciada de las exportaciones de trigo tanto de La Federación de Rusia como de Ucrania. Todavía no está claro si otros países exportadores podrían compensar esta bajada. Las reservas de trigo ya se están agotando en Canadá, y es probable que las exportaciones de los Estados Unidos, Argentina y otros países se vean limitadas, ya que los gobiernos en primer lugar garantizarán el suministro interno.
La Federación de Rusia y Ucrania también son proveedores líderes de colza (rapeseed) y representan el 52% del mercado mundial de exportación de aceite de girasol. El suministro mundial de fertilizantes también está muy concentrado, con Rusia como uno de los principales productores.
Todo ello es especialmente acuciante para para unos cincuenta países que dependen de Rusia y Ucrania en un 30% o más de su suministro de trigo. Muchos de ellos son países menos avanzados o países de bajos ingresos del norte de África, Asia y el Cercano Oriente.
Los riesgos mayores están relacionados con los flujos de comercio internacional, la subida de los precios, factores logísticos, la capacidad productiva futura de estos dos países, las consecuencias humanitarias, la disponibilidad de los recursos energéticos y los riesgos de tipo de cambio, deuda y crecimiento en la región, así como en las economías del resto del mundo.
Inflación alimentaria
Los precios de los alimentos, al alza ya desde la segunda mitad de 2020, alcanzaron un máximo histórico en febrero de 2022 debido a la alta demanda, los costos de insumos y transporte y las interrupciones en los puertos.
Los precios mundiales del trigo y la cebada aumentaron un 31% en el transcurso de 2021 y los precios del aceite de colza y el aceite de girasol aumentaron incluso más del 60%.
La alta demanda y los precios volátiles del gas natural también han elevado los costos de los fertilizantes. Por ejemplo, el precio de la urea, un fertilizante nitrogenado clave, se ha triplicado con creces en los últimos 12 meses.
«Existe todavía un alto grado de incertidumbre en términos de la duración y magnitud del conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania, pero el informe incluye recomendaciones para evitar el peor escenario, o sea una crisis alimentaria mundial con efectos catastróficos sobre el hambre en el mundo», añade Torero.
Recomendaciones
Entre las distintas recomendaciones el informe indica la necesidad de:
garantizar el comercio mundial de alimentos y fertilizantes. Debe hacerse todo lo posible para proteger las actividades de producción y comercialización necesarias para satisfacer las demandas nacionales y mundiales. Las cadenas de suministro deben seguir moviéndose, lo que significa proteger los cultivos, el ganado, la infraestructura de procesamiento de alimentos y todos los sistemas logísticos.
Diversificar el abastecimiento. Los países que dependen de las importaciones de alimentos de Rusia y Ucrania deberían buscar proveedores alternativos para absorber el impacto. También se aconseja diversificar su producción nacional.
Apoyar a los grupos vulnerables, incluidos los desplazados internos utilizando las mejores prácticas en programas de protección social.
Considerar los efectos en los mercados internacionales antes de promulgar cualquier medida para asegurar el suministro de alimentos. Las reducciones en los aranceles de importación o el uso de restricciones a la exportación podrían ayudar a resolver los desafíos de seguridad alimentaria de cada país a corto plazo, pero harían subir los precios en los mercados globales.
Fortalecer la transparencia del mercado y el diálogo para que gobiernos e inversores tomen decisiones informadas ante mercados volátiles. Iniciativas como el Sistema de Información del Mercado Agrícola (AMIS) del G-20 aumenta dicha transparencia al proporcionar evaluaciones de mercado objetivas y oportunas.
Vía: Listín Diario.