Las bolsas son mercados de activos financieros, como un mercado de pescado. Las lonjas de pescado también podrían llenarse de pantallas, pero ahí nos fijamos en el pescado en lugar de en las pantallas.
Por Juan Gómez Bada.
No entiendo la bolsa, me parece un casino». Este comentario me lo hizo la semana pasada un inversor cuya cartera de inversiones se ha depreciado en 2022 todo lo que se revalorizó en 2021. Esta opinión no es un caso aislado, es compartida por muchas personas, incluso con elevada formación (no financiera) y exitosas carreras profesionales, como es este caso. Este inversor ha visto durante su vida profesional muchas constituciones de empresas, ampliaciones de capital, fusiones, compras y ventas de sociedades. Nada de esto le parece un casino, pero la bolsa sí.
El problema con los mercados financieros está en la percepción que se suele tener de ellos. La imagen más extendida de los mercados son pantallas con números moviéndose constantemente; en verde si suben y en rojo si bajan. Esos números son los que hacen que la gente gane o pierda dinero de una manera rápida. Además, cada inversor ve como el valor de su patrimonio fluctúa cuando lo revisa en su entidad financiera. Cree que tiene un dinero en movimiento que cuando vende se queda parado. Con esta percepción, los mercados financieros, claramente se parecen a un casino.
Es como si alguien considerase que las competiciones de fútbol son los resultados y clasificaciones que ve en los periódicos, sin saber qué es un balón, para qué sirven las porterías o qué tienen que hacer los jugadores. Entender los mercados como las pantallas o las fluctuaciones de las cotizaciones es quedarse mirando el marcador de un partido sin fijarse en qué ocurre en el terreno de juego o, directamente, sin saber que existe. Las bolsas son mercados de activos financieros, como un mercado de pescado. Las lonjas de pescado también podrían llenarse de pantallas, pero ahí nos fijamos en el pescado en lugar de en las pantallas. Por eso nos solemos hacer una idea más real de lo que de verdad ocurre: los vendedores (pescadores) venden pescado a los compradores.
En la bolsa ocurre igual: Los vendedores (empresas que necesitan financiación) venden activos financieros a los inversores (particulares con ahorros). La principal diferencia es que en bolsa hay más intermediarios y, al ser los activos menos perecederos, hay más personas haciendo trading (comprando para vender en poco tiempo). Al invertir no debemos fijarnos en las pantallas sino en el género que se intercambia: pescado si estamos en una lonja o empresas si se trata de un mercado financiero. Las empresas pueden valer más o menos según sus características, igual que el pescado, e invertir bien se asemeja a comprar bien en una lonja. El análisis de las empresas es mucho más complejo que el del pescado, eso es cierto, pero no por ello debemos abstraernos y pensar que estamos en un casino en lugar de en un mercado. Si queremos invertir, debemos estudiar las características del activo que queremos comprar y debemos compararlo con otras alternativas. Si no lo entendemos o no tenemos tiempo para hacer ese trabajo, hay dos alternativas sensatas: encontrar un profesional al que podamos confiar la selección de las inversiones o no invertir.
El inversor al que me refería al principio tenía claro que el trabajo de los empresarios y quienes invierten en empresas no cotizadas, no trabajan en un casino. Las personas a las que nos toca remangarnos, inversores particulares o profesionales, y realizar el análisis de las empresas, estamos en la misma situación; nuestro trabajo no tiene nada que ver con las pantallas. Al igual que los empresarios e inversores que invierten en empresas de nueva creación, seleccionamos aquellos proyectos empresariales en los que tenemos motivos para confiar. Los empresarios e inversores (en empresas cotizadas o no) estamos siempre expuestos a lo que ocurra: Brexit, guerras comerciales, pandemias, catástrofes naturales, conflictos bélicos, inflación, crisis, subidas de tipos, etcétera. La demanda de los clientes puede variar mucho en esas situaciones, pero eso no convierte ni el trabajo de los empresarios ni el de los inversores en un juego de azar. Espero que estas líneas sirvan para que algún ahorrador menos considere la bolsa como un casino y algún inversor más deje de mirar tanto las pantallas y se centre en el género que se compra y vende: participaciones en negocios.