La opinión pública, por lo general, está familiarizada con el concepto de inflación, relacionándola, atinadamente, con un aumento generalizado de los precios, que, a su vez, afecta el poder adquisitivo o de compras de los consumidores. En esta relación de costos los más débiles son los más perjudicados, pues el dinero, como medio de transacción, pierde valor.
En todas las publicaciones del Banco Central dominicano (BC), relativas al comportamiento del índice de precios al consumidor (IPC), hay dos referencias que tienen que ver con los precios: la inflación general, que sirve para darle título al informe y la que más se lleva a la mesa de análisis, y la inflación subyacente, esta última tratada como un indicador desde la década de 1970 cuando se produjo la crisis energética (petróleo), la cual disparó los precios a niveles históricos en Estados Unidos.
Sin embargo, a pesar de ser un indicador de alta ponderación en la toma de decisiones de las autoridades monetarias, las discusiones y análisis en la opinión pública se centran en la inflación general, obviando, por las razones que sean, que la inflación subyacente es fundamental entenderla por su impacto en los consumidores. Hay coincidencias respecto a que arroja datos más verídicos de lo que sucede con los precios ¿De qué se trata y por qué es tan importante?
El economista Camilo Ulloa, de BBVA Research, explica que la inflación subyacente es un indicador de la tendencia o inercia en el crecimiento de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Por tanto, destaca, su distinción técnica respecto a la métrica de la inflación general radica en que intenta dejar al margen del cómputo a las variaciones de los precios de ciertos bienes y servicios, que pueden resultar más volátiles debido, por ejemplo, a perturbaciones extremas y ajenas a la demanda interna.
Es por esto que explica que la energía y los alimentos no elaborados son los componentes de la canasta de consumo que normalmente se pueden ver más expuestos a este tipo de situaciones. Cita, por ejemplo, cuando estallan conflictos geopolíticos en los que se ven involucrados países productores o cuando acontecen adversidades climáticas.
“De aquí que las métricas más extendidas de inflación subyacente se basen en el método de exclusión directa de estos dos grupos de bienes y servicios. Más allá de la diferencia en su cómputo, la importancia de la inflación subyacente respecto a la inflación general radica en cómo precisamente ésta incide en las condiciones de vida de los consumidores de una forma más permanente y generalizada”, explica en artículo publicado en el portal de BBVA Research.
Bienes excluidos
En el caso de República Dominicana, cuando se trata de la inflación subyacente, las autoridades monetarias excluyen algunos bienes agropecuarios de alta volatilidad, bebidas alcohólicas, tabaco, combustibles, servicios administrados y de transporte, cuyo peso en el cálculo del IPC representan el 30.19%.
Es oportuno recordar que ahora, para determinar la inflación general, se toman en cuenta 364 bienes y servicios de consumo regular por los dominicanos, los cuales cubren el 91% de la canasta. Las entrevistas, además, se aplican en 11,168 establecimientos utilizando para ello a 126 encuestadores de campo.
El Banco Central destaca que la utilidad práctica del IPC es estimar la evolución del costo de la vida promedio; y la variación de este indicador en un período de referencia determinado es lo que se denomina inflación.
Lo que sí ha quedado lo suficientemente establecido es que la inflación subyacente es materia de preocupación de las autoridades monetarias, toda vez que sus efectos están directamente relacionados con los bolsillos de los consumidores, pues excluye los precios de los componentes más volátiles de la canasta.
De alguna manera, muestra la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo más precisa que la inflación general o convencional. Cuando se decidió utilizar como variable, lo que hicieron las autoridades de la Reserva Federal de Estados Unidos fue excluir los componentes más volátiles, tales como los combustibles, electricidad y alimentos no procesados.
Las autoridades monetarias, tal y como lo dejan establecido en el comunicado de prensa mensual, les dan una alta ponderación a la inflación subyacente, pues les resulta clave para tomar decisiones de política monetaria. Lo es porque al medir cuánto suben los precios descontando los alimentos frescos y la energía eliminan su alta volatilidad, pues productos como la gasolina, gasoil y electricidad, entre otros, cambian hacia arriba o hacia abajo con más facilidad que aquellos más estables. Los choques externos, por ejemplo, deben tomarse en cuenta cuando se trata de bienes importados.
En su informe de mayo, el BC destaca que la inflación subyacente interanual mantiene una tendencia descendente, al situarse en 5.51% en mayo de 2023, 178 puntos básicos por debajo del máximo de 7.29% registrado en igual mes de 2022.
“Este indicador permite extraer señales más claras para la conducción de la política monetaria, debido a que excluye algunos artículos que normalmente no responden a las condiciones monetarias o de liquidez en la economía, como son los alimentos con gran variabilidad en sus precios, los combustibles y servicios con precios regulados como la tarifa eléctrica, el transporte, además de las bebidas alcohólicas y el tabaco”, establece el Banco Central.
Resalta que el IPC subyacente registró variaciones mensuales de 0.28%, 0.32% y 0.20% en los meses de marzo, abril y mayo de 2023, respectivamente, tasas que al anualizarse resultan consistentes con una inflación interanual dentro del rango meta de 4.0%±1.0%.
Metas anuales
En República Dominicana se establece cada año una meta de inflación, la cual se adopta desde 2012. Adoptarla requirió de un proceso previo que contó con la asesoría de técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Anualmente, según esta estrategia, esta variable se incluye en el programa monetario, por lo que se convierte, según las autoridades, en el ancla nominal de la economía. En este esquema, por consiguiente, los agregados monetarios son considerados como variables indicativas o de seguimiento para el proceso de toma de decisiones, junto a otras variables, tales como el crecimiento o el tipo de cambio.
Según explica el Banco Central, bajo el marco del esquema de metas explícitas de inflación, se realiza mensualmente una reunión de política monetaria, donde se analizan los riesgos internos y externos en torno al cumplimiento de la meta de inflación. Señala que de ese encuentro emana un comunicado de política monetaria, conteniendo la decisión sobre la tasa de política monetaria (TPM) y un resumen de las razones que motivaron la medida.
En su informe de mayo, señala que el índice de precios al consumidor (IPC) experimentó una variación mensual de -0.20% en mayo de 2023. Con este resultado, la inflación interanual medida desde mayo de 2022 hasta mayo de 2023, se redujo a 4.43%, siendo ésta la tasa más baja verificada desde julio de 2020. De esta manera la inflación retorna a su rango meta de 4.0%±1.0% establecido en el Programa Monetario, convergiendo antes de lo previsto.