El mundo está suspendido en un momento extraordinario de limbo geopolítico, al borde de una posible invasión rusa a Ucrania en medio de señales contradictorias en Moscú, confusión en Kiev y terribles advertencias de Washington.
Las tensiones extremas aumentan a medida que uno de los momentos más peligrosos en Europa desde la Segunda Guerra Mundial tensa los nervios y deja a todos, excepto quizás al presidente Vladimir Putin, preguntándose qué sigue.
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El lunes, hubo señales de una posible apertura de última hora a una vía de salida diplomática en el Kremlin, pero el despliegue de unos 130.000 soldados en alerta máxima fuera de las fronteras de Ucrania sugirió tanto una finta como un parpadeo por parte de Putin.
En la capital ucraniana, Kiev, reinó la confusión –no por primera vez– cuando el presidente Volodymyr Zelensky, un joven líder que enfrenta grandes riesgos, descartó sarcásticamente las proyecciones occidentales de una posible invasión rusa el 16 de febrero. Y en contraste con las señales premonitorias en otros lugares, las parejas acudieron en masa a los bares y restaurantes de Kiev para celebrar el Día de San Valentín a pesar de la inminente amenaza de guerra.