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domingo, octubre 13, 2024

La primera ministra francesa presenta su dimisión, pero Macron la rechaza

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La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, presentó su dimisión este martes a Emmanuel Macron, pero el presidente la rechazó. Tras el voto de castigo en las elecciones legislativas del domingo, con la pérdida de la mayoría absoluta de la coalición presidencial, Borne se encuentra en la cuerda floja. Sin embargo, el hecho de que el primer ministro presente su dimisión tras los comicios parlamentarios es un procedimiento habitual en Francia. Ya lo había hecho Édouard Philippe en junio de 2017. Al desestimar su renuncia, Macron tampoco resolvió las dudas sobre la continuidad de Borne, designada a finales de mayo al frente del ejecutivo.

Según indicaron fuentes del Elíseo al diario Le Monde, la decisión de rechazar la dimisión de la primera ministra se debió a la voluntad de no encontrarse con un gobierno interino que no pueda culminar unos “decretos importantes”, como un aumento del salario base de los funcionarios, congelado desde hacía años, o una mejora de la situación precaria de los servicios de urgencias de los hospitales. En definitiva, Macron necesita tiempo después del batacazo del domingo, que comportará la dimisión de al menos tres miembros del ejecutivo, derrotados en sus circunscripciones.

Aunque las legislativas están diseñadas para que logre una holgada mayoría el partido vencedor en las presidenciales, celebradas apenas dos meses antes, la alianza macronista Juntos sufrió un voto de castigo y obtuvo 242 diputados. Es decir, perdió más de 100 escaños respecto a la anterior legislatura y se quedó lejos de la mayoría absoluta, un mínimo de 289 escaños. Ante el ascenso de la nueva coalición unitaria de la izquierda (alrededor de 140 diputados) y de la ultraderecha (unos 90), el ejecutivo macronista se enfrentará a una oposición dura. No está nada claro cómo sacará adelante las leyes en un país poco acostumbrado a las negociaciones parlamentarias. Desde 1988 no había una Asamblea Nacional sin una mayoría absoluta.

“Seguiremos en la oposición”

Macron inició este martes una ronda de reuniones con dirigentes de los distintos partidos de la oposición, que se alargará hasta el miércoles. Su objetivo: buscar “soluciones constructivas” y eventuales puertas de salida al laberinto en que se encuentra el dirigente centrista. El primero en ser recibido en el Elíseo fue Christian Jacob, presidente de Los Republicanos (LR, afines al PP). A pesar de quedar como cuarta fuerza en el Parlamento (solo 64 diputados), esta formación heredera de la derecha gaullista —inmersa en un claro declive en el plano nacional— puede tener un rol clave en la nueva legislatura.

Sin embargo, sus dirigentes se oponen a pactar con el presidente y aportar sus votos para que llegue a la mayoría parlamentaria. “He vuelto a decirle al presidente que no nos planteamos formar parte de algo que representaría una traición para nuestros votantes. Hicimos campaña en la oposición y seguiremos en la oposición”, declaró Jacob en el patio del Elíseo. Pero “no nos dedicaremos a bloquear las instituciones”, añadió. En cambio, otros miembros de LR sí que son favorables a esta alianza, por ejemplo, el expresidente Nicolas Sarkozy o el alcalde Jean-François Copé, que dirigió este partido entre 2012 y 2014.

Sacar el país “del inmovilismo”

“Lo que me interesa es que saquemos el país del inmovilismo”, asegura en las páginas de Libération Catherine Vautrin, exministra de la derecha republicana y cuyo nombre sonó con fuerza en mayo para ser designada como primera ministra. Al final, Macron se decantó por Borne, exministra del Trabajo, muy criticada por su campaña gris de las legislativas. Para sustituir a esta dirigente con un perfil de tecnócrata y vinculada en el pasado al Partido Socialista, suenan los nombres de dos de los hombres fuertes del ala derecha del macronismo: el ministro de Economía, Bruno Le Maire, o el del Interior, Gérald Darmanin.

Más allá de esta rumorología, todo apunta que los cambios en el gobierno se harán esperar unos días. Macron debe participar a finales de esta semana en el Consejo Europeo en Bruselas y luego en el G7 en Schloss Elmau (Alemania). Esta agenda internacional apretada se suma a la reputada lentitud del presidente ante estas remodelaciones gubernamentales.

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